martes, 29 de diciembre de 2009

Juicio por ESMA pasa a cuarto intermedio hasta 14 de enero




El juicio por los crímenes cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) pasó hoy a un cuarto intermedio hasta el 14 de enero próximo y durante la feria judicial sólo se llevarán a cabo dos audiencias.
De ese modo, la siguiente audiencia será el 27 de enero, un trámite de rigor ya que la legislación vigente para este tipo de juicios obligar a no interrumpir las audiencias por más de 15 días. En febrero, las audiencias volverán a desarrollarse "con normalidad", es decir alternando la ultilización de la sala con el Tribunal que lleva adelante el juicio "Atletico-Banco-Olimpo". Así lo hizo saber el presidente del Tribunal Oral Federal 5 (TOF-5), Ricardo Farías, quien rechazó un pedido del abogado de la querella para que los militares que cumplen arresto domiciliario sean trasladados por personal de las fuerzas de seguridad.
La decisión provocó un entredicho con el abogado Rodolfo Yansón quien reclamó que se revoque la decisión ya que los ex marinos Jacinto García Tallada, Oscar Montes y Julio Coronel, no gozan de salidas transitorias ni de libertad condicional.
Los nombrados están bajo la responsabilidad de sus familiares directos y llegan a los Tribunales de Retiro, donde son juzgados por crímenes de lesa humanidad, trasladados por sus esposas.
El TOF5 también rechazó un pedido de impugnación e investigación de los médicos del Hospital Naval acusados de favorecer a los reos de la ESMA.
Sin embargo, los jueces aceptaron la intervención de médicos del Cuerpo Médico Forense para certificar las dolencias de los ex marinos.
                    Prohibieron a las Madres entrar al juicio  con las fotos de sus hijos desaparecidos en la ESMA
Las Madres de Plaza de Mayo no pudieron exhibir hoy las fotografías de sus hijos durante la audiencia en la que se leyeron graves cargos contra el ex capitán de la Armada Alfredo Astiz por el secuestro, tortura y desaparición en 1977 de las fundadoras de la entidad y dos monjas francesas en la Iglesia de la Santa Cruz de Capital Federal.
Si bien pudieron llevar sobre sus cabezas los pañuelos blancos, el personal policial que custodia el juicio les impidió que mostraran las fotos de sus hijos desaparecidos durante la dictadura militar.
La última audiencia del año del juicio que lleva adelante el Tribunal Oral Federal 5 (TOF 5) fue dedicada por completo a la lectura de los hechos ocurridos el 8 de diciembre de 1977 en la Iglesia de la Santa Cruz, ubicada en la calle Estados Unidos entre Urquiza y Carlos Calvo.
Allí se habían reunido familiares de personas desparecidas durante la dictadura iniciada casi un año y medio antes.La Iglesia había cedido un aula para las reuniones de los familiares que planeaban la publicación un día después, de una solicitada en el diario La Nación.
En el grupo de lo que se considera la primera formación de las Madres de Plaza de Mayo, se había infiltrado Astiz haciéndose pasar como hermano de un desaparecido, bajo el seudónimo de Gustavo Niño.
Hoy Astiz revivió aquellos hechos pero -ante una sala colmada de público- prefirió dedicarse a la lectura de un libro de Franz Kafka.
Entre las 20.00 y las 20.30 de aquel día, y a la salida de la reunión que se llevó a cabo en los jardines del templo, fueron secuestradas 12 personas quienes luego fueron vistas en la ESMA donde las torturaron.
Aproximadamente 15 días después las arrojaron vivas desde aviones en los llamados "vuelos de la muerte".

En ese grupo de encontraban las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet, integrantes de una congregación que respaldó al Movimiento Ecuménico por los Derechos del Hombre, que organizaba a las personas que reclamaban por los desaparecidos en la Argentina.
Mientras Domon fue secuestrada en la Iglesia de la Santa Cruz, Duquet fue raptada por el mismo grupo de tareas de la ESMA a la salida de la parroquia San Pablo en Ramos Mejía dos días después.
Además, y en el mismo operativo también fue secuestrada la fundadora de las Madres, Azucena Villaflor, en su domicilio de Avellaneda.
Las personas secuestradas en la Santa Cruz fueron señaladas por Astiz durante el operativo del que participaron entre ocho y diez automóviles sin identificación.
En ese procedimiento intervinieron, según los testimonios de sobrevivientes, el capitán Antonio Pernías, Raúl Scheller, Ernesto González, el policía Ernesto Weber y Juan Carlos Rolón.
Los secuestrados en la Santa Cruz, además de Villaflor y las monjas fueron Eduardo Orane, María Ponce de Bianco, Esther Ballestrino de Careaga, Patricia Oviedo, Raquel Bulit, Susana Ángela Auad, Remo Carlos Berardo, Horacio Aníbal Elbert y Julio Fondevilla.
Todos ellos fueron llevados a la ESMA y alojados en los lugares conocidos como Capucha y Capuchita, mientras que los testimonios aportados a la causa indican que las monjas francesas fueron las más torturadas y a la vez se las sometió a una simulación para distraer la atención ante los reclamos internacionales por su paradero.

Ambas fueron fotografiadas en el subsuelo de la ESMA junto a una bandera de la organización Montoneros y a Domon le hicieron escribir una carta de puño y letra denunciando que había sido secuestrada por la guerrilla.

Las Fuerzas Armadas en el poder difundieron a través de los diarios la versión que Montoneros reclamaba a cambio de las monjas el canje por detenidos de sus filas, cuando en realidad y a los quince días de su detención fueron "trasladadas" con una inyección de Pentotal y arrojadas al Río de la Plata. En la lectura de la elevación a juicio se dio por probado que Astiz se infiltró y ganó la confianza de los familiares, en especial de Villaflor, ya que asistía a las reuniones y a las marchas en la Plaza de Mayo.

A esos lugares solía ir con quien decía ser su hermana, Silvia Labaiyru una ex detenida de la ESMA, quien declaró por exhorto desde Europa y ratificó que a las monjas "decidieron trasladarlas por la enorme repercusión del caso".

Uno de los testimonios más sobresalientes fue el de François Cheron, enviado del gobierno francés que en 1978 se entrevistó en Montevideo con el almirante Emilio Massera para averiguar el paradero de las dos monjas. Según testificó Cheron, Massera le aseguró que “no había desaparecidos”, y sugirió que en los operativos “a veces caía gente inocente, lo que podía haber sido el caso de las monjas”. El francés relató que los militares argentinos “intentaban justificar la aplicación de tormentos aludiendo a la guerra francesa en Argelia y se presentaban como los últimos defensores del cristianismo, al aludir que luchaban contra la conspiración judía comunista internacional”.
 

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