sábado, 30 de marzo de 2013

Extraditaron desde Brasil al represor de la ESMA, Claudio Vallejos

El represor que habló sobre el pianista
Vallejos dio detalles del secuestro en Buenos Aires de Francisco Tenorio Cerqueira Júnior, el pianista que acompañaba a Vinicius de Moraes durante su gira porteña en el verano del ’76. La posible participación de diplomáticos brasileños.
Página/12 En Brasil Por Darío Pignotti Desde Brasilia @
El secuestro y desaparición de Francisco Tenorio Cerqueira Júnior, el pianista que acompañaba a Vinicius de Moraes durante su gira porteña en los últimos días del verano del ’76 refuerza la tesis de que el Cóndor hablaba en portugués y posiblemente más de lo sospechado. Es lo que afirmó a Página/12 la abogada Rosa Maria Cardoso da Acunha, designada en la Comisión de la Verdad por la presidenta Dilma Rousseff, quien ha investigado el capítulo verdeamarillo del terrorismo sudamericano e interrogó largamente al argentino Claudio Vallejos, ex agente de la ESMA que el jueves aterrizó, deportado, en Argentina, custodiado por efectivos de Interpol.

La ley de amnistía vigente, promulgada por el dictador Joao Baptista Figueiredo para garantizar la impunidad de los militares, no permite que Brasil procese a sus propios “cóndores” ni a Vallejos por la desaparición del pianista, pero nada impide que lo haga la Justicia argentina, que ahora podrá indagarlo y, tal vez, reconstruir un caso plagado de indicios sobre la complicidad entre la Armada y antiguos miembros del Palacio Itamaraty, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, en Brasilia.

“Vallejos declaró durante horas y horas ante la Comisión de la Verdad. Lo escuchamos en Brasilia y viajamos a Florianópolis, donde estaba preso. Queríamos hacerlo porque es un personaje que estuvo envuelto, esto es lo que él dice, en el secuestro del pianista Francisco Tenorio Cerqueira Júnior, el 18 de marzo de 1976. El secuestro es uno de los once casos de brasileños víctimas del Cóndor en Argentina que nosotros estamos investigando con mucho interés en la comisión. Y habló bastante de la conexión represiva entre Brasil y Argentina durante los años del Plan Cóndor”, cuenta Cardoso da Acunha.

El Gordo Vallejos escapó a Brasil presumiblemente a comienzo de los años ’80, cuando maduraban las leyes de obediencia debida y punto final. Hizo una larga confesión de su pasado marinero a la revista brasileña Senhor, publicada en dos ediciones, en la que formuló varias afirmaciones que repitió a fines de 2012 ante la comisión creada por la presidenta Dilma Rousseff.

Embaucador y buscavidas, Vallejos dio varios golpes en el sur brasileño hasta que, a principios de 2012, cayó preso bajo cargos de estafador.

Cuando la embajada argentina tomó conocimiento del caso, a través de la noticia publicada por este diario, envió un diplomático hasta la cárcel de Xanxeré para constatar que se trataba del represor Vallejos y después de confirmar la identidad del detenido, presentó ante el gobierno brasileño el pedido de extradición ejecutado anteayer.

–¿Vallejos participó en el asesinato del pianista?

–El nos dijo que no torturó al prisionero y dijo claramente que ni siquiera asistió a su ejecución, que fue con un tiro después de ser sometido a varias sesiones de tortura –contestó Cardoso da Acunha, quien fue la defensora de la presidenta Rousseff cuando estuvo presa durante la dictadura.

Vallejos hizo un relato bastante detallado, aunque a veces volvía atrás y se desdecía, de la noche del 18 de marzo, cuando Tenorio, después de un recital con Vinicius, sale del hotel para ir a comprar algo a una farmacia, la policía lo ve con aspecto extraño –medio de “subversivo”, dijo Vallejos, por su barba y aspecto desaliñado– y lo apresa.

Vallejos contó que ese día él estaba participando en un operativo de la ESMA por el centro de Buenos Aires, cuando recibió la orden de recoger a un sospechoso preso en una comisaría. El se presenta como alguien de los servicios y la policía le entrega a Tenorio, que es trasladado por él a la ESMA, donde llega con vida y sin ser golpeado, según dice Vallejos.

–¿Massera fue informado?

–Vallejos dijo que Massera fue informado de todo lo que iba pasando con el pianista Tenorio, paso a paso hasta su muerte, que habría sido el 25 de marzo de 1976.

–¿La embajada brasileña lo supo?

–Según lo que nos dijo Vallejos, fue informada más de una vez y, sigo basándome en lo que dijo el argentino, personas de la embajada estuvieron en la ESMA.

–¿Cuando el pianista estaba con vida?

–Dijo Vallejos que sí, y que inclusive llegaron a entregarlos a los torturadores una minuta con preguntas sobre el movimiento de músicos contestatarios que había en Rio en esa época, donde estaba Chico Buarque y más gente contraria a la dictadura.

–¿Cree que hubo participación de diplomáticos?

–No lo sé con seguridad, para nosotros será de mucha utilidad lo que averigüe la Justicia argentina. Y si la Justicia nos lo pide, podemos enviar una copia de lo que habló Vallejos con nosotros.

–¿La Comisión de la Verdad está informada del CIEX (Centro de Informaciones en el Exterior de la Cancillería)?

–Hemos tenido conocimiento del CIEX.

La respuesta de Rosa Maria Cardoso da Acunha es telegráfica, tal vez para evitar hacer comentarios precipitados sobre el Centro de Informaciones en el Exterior, una red de espionaje internacional al servicio de la dictadura, surgido a fines de los años ’60 y al que se podría caracterizar como el brazo diplomático del Cóndor brasileño.

Si bien los dichos del Gordo Vallejos hay que tomarlos como de quien vienen, pueden contener alguna información verdadera, y esto es lo que parece haber entendido la Comisión de la Verdad brasileña al indagarlo dos veces. Parte de su testimonio relativo a la complicidad u omisión de la Embajada de Brasil encaja con informaciones obtenidas por periodistas serios y especializados en el Cóndor, como Stella Calloni.

Ella escribió hace trece años en el diario La Jornada de México que documentos encontrados en los archivos de la policía política brasileña, el DOPS (Dirección de Orden Política y Social), refieren a un mensaje dirigido por la ESMA a la embajada brasileña informándola sobre el fallecimiento del pianista Tenorio secuestrado y torturado desde el 18 de marzo.

La Comisión de la Verdad recibió recientemente un pedido para que se esclarezcan las causas de la muerte del ex presidente Joao Goulart, el 6 de diciembre de 1976, en Argentina. La ministra de Derechos Humanos, Maria do Rosario Nunes, admitió por primera vez que el ex mandatario derrocado por el golpe de 1964 pudo haber sido asesinado.

Hace dos años, su hijo, Joao Vicente Goulart, en una entrevista de este corresponsal, hizo una declaración que recobra interés ahora. “Nosotros, la familia Goulart, estamos seguros de que nuestro padre fue víctima de una conspiración del Cóndor urdida por Brasil, Argentina, Uruguay y Estados Unidos”, dijo Joao Vicente Goulart. Y remató: “En los meses previos a la muerte de mi padre había un número inaudito de agregados militares en la embajada, y la mayoría se desplazaba utilizando armas. Alguien tendrá que explicar alguna vez esa historia y averiguar a qué se dedicaban tantos agremil (agregados militares) en esos años del Cóndor”.

jueves, 21 de marzo de 2013

Revelador testimonio de la represión en la Comisión Nacional de Energía Atómica

El ingeniero químico Carlos Calle reconstruyó ante el Tribunal Oral Federal 5 su secuestro, cuatro días después del golpe de Estado de 1976. La persecución del vicealmirante Carlos Castro Madero. Sus compañeros de cautiverio.

Por: Gerardo Aranguren

El mismo día del golpe cívico militar de 1976 la Armada designó como interventor de la estratégica Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) al vicealmirante Carlos Castro Madero. Cuatro días después de ese nombramiento, el ingeniero químico Carlos Calle fue sacado de su casa en la madrugada. Esposado y con una capucha en la cabeza fue subido a un vehículo militar mientras le apuntaban con un fusil en las costillas: "Si te movés, sos hombre muerto", le advirtió su custodio. El trayecto desde su casa en Ituzaingó hasta su lugar de detención duró alrededor de una hora. A pesar de la capucha y el terror, pudo reconocer el recorrido que había hecho muchas veces: había llegado a la ESMA, justo enfrente de la sede central de la CNEA.
Calle declaró ayer luego de un largo exilio en Italia. Se presentó como testigo ante el Tribunal Oral Federal 5, en el juicio que se sigue por delitos de lesa humanidad en el centro clandestino de detención de la ESMA. Si bien son 68 los acusados en este debate, ayer sólo estuvo presente en la sala AMIA de Comodoro Py Ricardo Cavallo, miembro del Grupo de Tareas 3.3.2.
Al recordar detalles de su secuestro y cautiverio, el testigo narró también la dura represión que desató la Marina sobre los trabajadores y sindicalistas de la CNEA y que dejó como huella 15 personas desaparecidas y otras 11 que, luego de su secuestro fueron liberadas, como su propio caso. En 1976, Calle integraba junto con muchos de sus compañeros un grupo de discusión peronista en la CNEA y era un activo participante de las asambleas que se desarrollaban allí. Justamente esa militancia fue el foco del único interrogatorio que sufrió durante su cautiverio. Estaba encerrado en una celda pequeña y tabicado cuando dos hombres le preguntaron sobre "la organización de su célula" en la CNEA. "Casi una hora después me amenazaron: como usted no quiere colaborar, es muy difícil que vuelva a ver a su familia", recordó ayer el testigo.
Permaneció en la ESMA dos o tres días. Una noche fue cargado en un camión donde reconoció a su jefe en la Comisión, Santiago Morazzo, quien había sido secuestrado el mismo día y llevado a la ESMA, y ambos fueron trasladados a otro centro de detención: un buque de la Marina que luego identificarían como Bahía Aguirre. "Ahí nos dieron una paliza terrible. Yo me desmayé y cuando me desperté estaba estaqueado", recordó.
Luego de pasar varios días en ese sitio, lo subieron a una lancha y a un auto para finalmente llevarlo al penal de Devoto. "Ahí me encontré con muchos de mis compañeros de la comisión", contó. Junto a él viajaron otros integrantes de la CNEA que habían sido detenidos en sus domicilios o en sus lugares de trabajo, como Máximo Victoria, Eduardo Cuello o Pedro Landeyro, secuestrados en la misma comisión, y luego reunidos en el buque de la Armada. Luego de pasar unos meses en Devoto, en el sector de presos políticos, y en la Unidad 9 de La Plata, en octubre de 1976 el grupo fue liberado casi en simultáneo.

Al cabo de 37 años, Calle declaró ayer durante dos horas ante los jueces Daniel Obligado, Adriana Palliotti, Pablo Bertuzzi y Leopoldo Bruglia, y responsabilizó al interventor Castro Madero, quien en pocos días como autoridad de la CNEA instauró un "clima de terror". "Metió presas a otras diez personas y después empezó una campaña de eliminación de gente en la comisión: hubo unos 200 cesanteados, 11 secuestrados y 15 desaparecidos. Además, estoy seguro de que el departamento de personal tenía legajos con la caracterización política de cada uno", reconstruyó.

Justamente, entre las pruebas de la causa figura un documento de la Gerencia de Logística de la CNEA en el que cita informes secretos de organismos de seguridad y advierte sobre este grupo de trabajadores, luego secuestrados, a los que consideró "un factor real o potencial de perturbación del normal funcionamiento de esta Comisión". «
 
Las víctimas de la CNEA

Además de Calle y Morazzo, quien también declarará como testigo en los próximos días en el juicio de la ESMA, hay otras víctimas de la CNEA que pasaron por ese centro clandestino. Uno de los casos que se tratará en el debate es el secuestro y desaparición de Graciela Barroca y Gerardo Strejilevich. La pareja compartía los estudios de Ciencias Exactas de la UBA. Ella era técnica en la Comisión y a él la SIDE le había rechazado un pedido de beca en la Comisión, según los registros de la Comisión de Derechos Humanos del Personal de CNEA (CDHPCNEA). Fueron secuestrados en julio de 1977 y llevados a la ESMA.
También se juzgará la desaparición de José Badillo y de Daniel Rus. Badillo era un trabajador de una empresa contratista de la Central Nuclear Atucha I y fue secuestrado en la madrugada del 8 de julio de 1977. Rus, por su parte, era becario en la CNEA y fue secuestrado en su lugar de trabajo el 15 de julio de 1977.
En los archivos de la CDHPCNEA figuran además otros 11 casos de trabajadores desaparecidos en la última dictadura que no pasaron por la ESMA.

miércoles, 20 de marzo de 2013

“Los vuelos de la muerte fueron muchos”

Federico Talavera declaró como testigo y dijo que era chofer en El Olimpo. Contó desde qué bases aéreas salían los vuelos para arrojar a detenidos desaparecidos, dio nombres de víctimas y de miembros de las Fuerzas Armadas que participaban de los operativos.

Por Irina Hauser
“Los vuelos de la muerte fueron varios, muchos. Los traslados se hacían de noche, desde Aeroparque, y los que hacían los vuelos eran el segundo comandante Guillermo Cardozo, de Gendarmería; Eugenio Pereira Apestegui, de Inteligencia de Gendarmería; el Turco Julián, y el principal Rosas, de apodo ‘Clavel’, que era de la Policía Federal (...) Las personas iban vivas, drogadas, sedadas, iban libres, deliraban, no estaban esposadas, iban vestidos. Se les decía que iban a un campo. Ninguno tenía ya capuchas ni vendas. No les importaba mucho que vieran a las personas que los llevaban.”

Este relato es un tramo de la declaración testimonial que prestó la semana pasada el ex gendarme Federico Talavera ante el fiscal Federico Delgado, en la que reconstruyó los “traslados” en los que tuvo participación cuando era chofer asignado al centro clandestino El Olimpo.

Talavera aportó, junto con su descripción directa como engranaje del aparato represivo, algunos detalles: un mapa de las bases aéreas de donde salían los vuelos desde los cuales se arrojaba a los detenidos desaparecidos, el uso de aviones sin identificación militar, los nombres de víctimas y de miembros de las fuerzas de seguridad que participaban de estos operativos, algunos ya condenados y otros no. Su testimonio plantea una encrucijada para Delgado y el juez Daniel Rafecas, que tendrán que definir si convertirlo en imputado y disponer su detención o priorizar sus aportes como testigo, para conocer la verdad.

Talavera fue interrogado en una causa específica sobre los “traslados” de prisioneros desde centros clandestinos del Primer Cuerpo de Ejército. Esta línea de investigación quedó abierta el año pasado por el juez Rafecas, después de procesar a siete represores por el asesinato de 19 personas llevadas el 6 de diciembre de 1978 desde El Olimpo, previo suministro de un “tranquilizante”, a un avión desde donde serían arrojadas al mar. Rafecas definió que “los traslados no eran otra cosa que el homicidio y el garantizar la desaparición del cuerpo de la víctima”, con lo cual daba por probados los asesinatos aun cuando no se hubieran identificado los restos de los detenidos. Eso le permitió procesar por homicidio, lo que habilita penas de prisión perpetua, a quienes hasta entonces eran imputados por secuestros y torturas, con penas menores.

El ex gendarme le dijo al fiscal Delgado que trabajó en Gendarmería entre 1975 y 1980. Desde el destacamento de Campo de Mayo le dieron funciones como chofer de camiones en El Olimpo. En 1995 declaró, en forma más genérica, ante la Cámara Federal y habló en una entrevista sobre los vuelos de la muerte. La fiscalía lo buscó mucho tiempo y, ante pistas de que vivía en Paraguay, pidió a Migraciones que si cruzaba la frontera le notificaran que debía presentarse. Lo hizo, finalmente, el 15 de marzo.

“Eramos tres choferes”, narró, aunque sólo recordaba a un tal Vera. “Nos iban tocando de manera alternada distintas noches de traslados (...) Fueron muchos los vuelos que se hicieron para ‘trasladar’ a los detenidos de El Olimpo, allí había más de cien personas y todos se hacían desde Aeroparque y después se levantaba a los que participaban en Ezeiza”, precisó. Involucró a los gendarmes Cardozo y Pereira Apestegui y a los policías Julio Simón (“Turco Julián”) y Roberto Rosa (alias “Clavel”), que ya fueron condenados por los crímenes en el circuito Atlético-Banco-Olimpo. Incluyó al mayor Guillermo Minicucci (fallecido) y a un grupo de procesados: el oficial de inteligencia Eduardo Angel Cruz (“Crámer”), el oficial Juan Carlos Mario Chacra (“Paco”) y al gendarme Juan Miguel Méndez (“Nelson”). Agregó nombres que los investigadores deberán identificar: los cabos Luque y Godoy, el principal Soto y el sargento Luna, y Estévez todos de Gendarmería. Añadió al gendarme Jorge Torres, hasta ahora testigo.

“Había otros vuelos de la muerte que salían de El Palomar”, dijo Talavera. Supone que “eran los de la ESMA” y “los del Pozo de Banfield”, porque “los de Campo de Mayo tenían su propio aeropuerto”. Como algo novedoso mencionó que los aviones “eran los Fokker 27 civiles (...) no eran de ninguna fuerza de seguridad ni del Ejército”, aunque no recuerda a qué empresa pertenecían.

Dentro de El Olimpo dijo que casi no estuvo. Alguna vez le encomendaron llevar al Batallón de Inteligencia escuchas telefónicas y listados de detenidos. Lo que sabe, enfatizó, es que en ese centro clandestino “murieron varias personas”. “Los torturaban ahí mismo y los sacaban muertos. Los quemaban en tachos”, dijo. “También en El Olimpo hubo muchas embarazadas (...) Todas iban a parir al Hospital Militar y luego desaparecían. El oficial que las llevaba era el que se iba a hacer cargo de la criatura. Pero no recuerdo el nombres (...) sí que eran de Ejército o de Policía”, relató.

Se detuvo en dos casos puntuales. Dijo que recordaba haber llevado a Marta Inés Vaccaro a unos de los vuelos que partían de Aeroparque, en 1979. Marta fue secuestrada 1978 junto con su pareja. El sigue desaparecido, igual que el bebé. Al referirse a otros traslados, el ex gendarme recordó haber llevado a parir al Hospital Militar a quien sería, por la descripción, Lucía Tartaglia. Relató que la acompañó “Paco”, y que después del parto le pidieron a él que la llevara en el baúl hasta el destacamento policial de Puente 12 cuando, supone, estaba sin vida.

Luciano Hazan, abogado de Abuelas de Plaza de Mayo, evaluó: “En el caso de Tartaglia, se confirma que hubo un parto; queremos que amplíe su declaración para mostrarle fotos de otras embarazadas”. El abogado Pablo Llonto, que representa a la familia de Carlos Pacino (cuyo cuerpo es uno de los hallados en la costa atlántica), sostuvo: “Es necesario que Talavera aporte la mayor cantidad de datos y que luego se resuelva su situación procesal. Hay que corroborar sus dichos. Es el primero que habla de vuelos no identificados, tiene que precisar qué vio”.

Hasta ahora, los represores que reconocieron algo sobre los vuelos de la muerte lo hicieron en declaraciones públicas o ante organismos extrajudiciales. Los acusados en el juicio de ESMA los niegan. Sólo Adolfo Scilingo aportó datos ante la Justicia española.

lunes, 18 de marzo de 2013

Lordkipanidse y Basterra, una charla entre dos testigos del horror en la ESMA

LA RETAGUARDIA

Comenzó la ronda de testimonios en el tercer tramo del juicio por los delitos de lesa humanidad cometidos en la ESMA. Uno de los primeros en declarar fue Carlos Lordkipanidse, de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), con quien dialogamos sobre esta experiencia. También participó de la conversación Víctor Basterra, quien probablemente declare la próxima semana. Los dos se autodefinieron como “hermanos del alma”, ya que compartieron parte del cautiverio: “estuvimos un año y medio juntos solos en la Escuela de Mecánica de la Armada, como no lo voy a conocer a Víctor”, graficó Lordkipanidse; luego compartieron muchos más años de lucha. Tanto tiempo de vivencias similares, conocimiento y confianza se reflejó en varios momentos de la entrevista, en la que no faltaron risas, palabras serias, frases cómplices y profundas reflexiones. Una charla que finalizó con la convocatoria a marchar el próximo 24 de marzo, al cumplirse un nuevo aniversario del inicio de la última dictadura cívico militar en 1976.

Tras su declaración testimonial, como una de las cabezas de la querella de Justicia Ya, Carlos Lordkipanidse rescató que por fin se está ante un verdadero juicio, donde se juzga por los delitos cometidos contra setecientas víctimas, a casi setenta represores, algunos de uniforme y otros civiles, entre ellos Juan Alemann, quien fuera secretario de Hacienda y mano derecha de José Alfredo Martínez de Hoz. Además, destacó la implementación de un nuevo sistema de juicio: “algo que nos costó mucho imponer, entendiendo que antiguamente se juzgaba de acuerdo al código penal antiguo, con juicios propios para ladrones de gallinas y no para genocidas. En esta oportunidad se están teniendo en cuenta las declaraciones efectuadas en otros juicios anteriores, en forma de video a la que tienen acceso las partes, lo que evita la revictimización del testigo al punto de tener que contar una y otra vez cada uno de los detalles de lo acontecido, y en estas oportunidades se puede ir directamente al grano, a los hechos que se juzgan en este tramo del juicio, ESMA III, entendiendo el primero por el de Febres, el segundo contra dieciséis represores cuando se condenó a Acosta, Astiz y todos los famosos, y ahora este tercero donde son sesenta y ocho represores, porque lamentablemente dos fallecieron esperando el juicio”.

En su declaración, Lordkipanidse aportó varios elementos a la causa. Uno está relacionado con su explicación de por qué se debe dejar de utilizar el concepto de que los secuestrados en la ESMA fueron sometidos a trabajo esclavo sino que directamente hay que hablar directamente de esclavitud: “desde un principio contra lo que hubo que luchar fue contra una palabra nefasta que nos endilgaron como sobrevivientes que fue el de la colaboración. Hubo que luchar contra esa palabra en el sentido de que uno no colaboró en ese lugar voluntariamente, sino que fue obligado a hacer determinadas tareas. Con el tiempo nos fuimos dando cuenta de que en realidad nos tuvieron en situación de trabajo esclavo, quiere decir que nos asignaban algún trabajo para hacer, y nuestra situación era de esclavitud porque no teníamos un poder de decisión acerca de lo que podíamos hacer o no porque corrían peligro nuestras propias vidas. Y en definitiva si uno se pone a hurgar claramente de lo que se trata, decimos que no hubo una situación de trabajo entendido en el sentido de la remuneración, del trabajo en blanco, la posibilidad de afiliarse a un sindicato, y demás cuestiones no existieron en la ESMA, no hubo remuneración, ni convenio colectivo de trabajo ni cosa por el estilo, hubo una situación de esclavitud. Entiendo que si estos juicios existen son para tener una clara noción de lo ocurrido y eso manifestarlo en palabras, porque volver a los hechos no se puede, entonces a lo que nos estamos refiriendo es que a nosotros nos tuvieron ahí como esclavos. Hay que redefinir las palabras, y a la vez poner al represor en el lugar que le corresponde porque si no parece que nos hubiesen dado la posibilidad de trabajar, como una obra benéfica, y eso confunde. Yo creo que nos convirtieron de prisioneros, secuestrados que éramos en ese momento, en esclavos”.

Al respecto, Víctor Basterra aportó que en ese momento la disyuntiva era de vida o muerte: “trabajás o te morís, así era la palabra de los tipos. Ellos manejaban el concepto del trabajo, nosotros el de la esclavitud”. Y Lordkipanidse agregó: “vale la pena definir toda esta situación investigada y puesta sobre la mesa en los juicios orales y públicos, esto merece ser tratado con las palabras correctas, por ejemplo que lo que ocurrió en la Argentina fue un genocidio, no un simple asesinato masivo de personas”.

Los compañeros de secuestro y lucha también se refirieron al mes que durante, su cautiverio, fueron trasladados hasta en una isla del Tigre, ante la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1979. Lordkipanidse afirmó que con el tiempo y producto de investigaciones particulares supieron que ese predio llamado “El Silencio” y ubicado en la tercera sección del Tigre, pertenecía en ese momento a la Revista Esquiú, vocero oficial de la Iglesia Católica Argentina: “ahora sabemos que cambió de dueño, que el muelle que existía para desembarcar en ese lugar ya no existe. Pero es una pieza tan importante dentro del rompecabezas de lo que sucedió en la ESMA que cubre la parte de la intencionalidad del ocultamiento, no se trata de ocultarnos ante la visita de las monjitas de no sé dónde, venía la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a la Argentina, entonces modificaron toda la estructura del edificio de oficiales de la ESMA y a todos los prisioneros nos llevaron a una isla oculta en el Tigre, con la excepción de dos compañeros que estaban en Capucha en ese momento, el Topo Sáenz y otro compañero del que nunca supimos el apellido pero le decían ‘Tachito’, que no llegaron a la isla. Por lo tanto, la isla forma parte fundamental en la investigación de lo sucedido. Como así también el campo de deportes que está contiguo a la ESMA, a orillas del río donde se incineraban los cadáveres de nuestros compañeros en los famosos ‘asaditos’. En el campo de deportes hicimos inspección ocular con el Tribunal Oral Federal, en la ESMA también, pero ¿cómo puede ser que no estemos yendo a la isla, donde sucedieron todas las cosas que ocurrieron y que forma parte del plan general del funcionamiento de la ESMA? Entonces lo que hice fue acercarme a la isla con la ayuda de una compañera periodista, escritora y fotógrafa, entramos a la casa, fuimos al lugar donde estaban los de capucha, sacamos fotos (algunas de ellas acompañan esta nota, debajo), y eso lo presenté el otro día en el tribunal pidiendo una inspección ocular y una medida de no innovar, que quiere decir que en ese lugar hay pruebas, yo sé que las hay, acerca de nuestro paso por ese lugar. Entre otras cosas hay utensilios en la casa que todavía se preservan, que eran de esa época, por ejemplo la cocina económica, de hierro, vieja, que se usaba con leña; un armario en el comedor; los aparatos del baño; y demás cuestiones que se preservan increíblemente, entonces le pedimos al tribunal una medida de no innovar, veremos ahora qué resuelve”.

Según describieron Basterra y Lordkipanidse, en el predio había dos edificaciones, separadas por un arroyo, a una cuadra más o menos de distancia. En la casa más chica estaban los secuestrados en situación de capucha, en condiciones infrahumanas. Actualmente, viven allí dos personas que como caseros cuidan el lugar. El resto está prácticamente igual. Basterra formaba parte del grupo de personas secuestrado en la llamada ‘casa menor’: “el problema nuestro era que no teníamos agua potable, estábamos engrillados y esposados, con la capucha, tirados en el piso sobre un plástico y las colchonetas, que cuando subía un poco el agua uno se mojaba. Los guardias no se animaban a entrar por el olor que había porque nosotros estábamos todos descompuestos. Hemos hablado en el juzgado sobre la necesidad de preservar este lugar pero aparentemente no sabían, seguramente el juez tenía bien en claro lo que no quería hacer o lo que quería hacer. Los colaboradores de él estaban un poco confusos y molestos. Sabíamos que la isla pertenecía a la curia, no sabíamos que era de la Revista Esquiú, esto había que reactualizarlo, y me parece muy bien lo que hizo Carlos, haciendo in situ la investigación y presentándola como prueba”, relató.

Lordkipanidse explicó que también presentó ante el tribunal imágenes aéreas con aproximación hacia el techo de la casa, sacadas a partir del sitio de internet Google Earth: “es impresionante, el tribunal quedó con la boca abierta con el trabajo que les presentamos porque es ineludible; si no hacen inspección ocular, si eso no se preserva el lugar, será una actitud jodida, tal vez comprensible porque también se pidió la investigación de la curia en la misma oportunidad, entendiendo que ese lugar en ese momento pertenecía a la curia, y ahora ante los nuevos acontecimiento papales quiero saber qué es lo que van a hacer, si van a comprometer realmente a la curia argentina en cuanto a lo ocurrido con la represión y demás cuestiones. En los papales y en los hechos está todo demostrado, y me parece que no queda más que actuar”, afirmó, refiriéndose a la reciente coronación de Jorge Bergoglio como Sumo Pontífice de la Iglesia Apostólica Cristiana.

Víctor Basterra debía declarar en este juicio el jueves 14 de marzo, pero su audiencia fue pospuesta seguramente para la próxima semana; quien sí pudo brindar testimonio fue su hija María Eva, Evita, también secuestrada en la ESMA: “yo siempre digo ‘mis hijas, mi orgullo’, porque tienen una impronta muy bien asimilada de lo que es jugarse por las causas justas, y la participación en este juicio es una causa justa, y así lo vio ella y se desenvolvió con total firmeza. Yo le dije que vaya tranquila, con serenidad y dignidad, y creo que lo hizo de esa forma. Esta es la primera declaración que hace. Nuestras declaraciones son aportes a la memoria, para la construcción de un futuro, y también lo hacemos con una mirada estratégica para no dejarles el manejo de los conceptos y los valores a tipos que no se merecen manejarlos, como son muchas veces los emergentes del sistema como los medios de comunicación que han acopiado toda la información y la van manejando para ir formando una opinión totalmente equivocada y al servicio de los poderosos. Nosotros rompemos un poco eso, por lo menos es nuestra intención tratando de establecer nuevas formas. Ellos decían 'delató o entregó información', nosotros decimos le arrancaron información, y se van extendiendo esas cosas para tratar de entender un poco cómo era el sistema para lograr información por parte de los militares. Estos son los aportes que uno hace a la memoria colectiva y creo que son importantes”, reflexionó Víctor.

La extensa charla permitió tocar otros temas relacionados de alguna manera con los años de dictadura, como la designación de Jorge Bergoglio como Francisco. Este hecho despertó humoradas pero también indignación de parte de Basterra y Lordkipanidse.

“Me pareció absolutamente insólito y me vino a la mente esa vieja expresión que decía ‘dios es peronista’, porque el enviado del señor es de San Lorenzo y fue de Guardia de Hierro. Así que estamos acercándonos al paraíso”, comenzó Basterra, lanzando una sonora carcajada, aunque inmediatamente se puso serio y agregó: “de las organizaciones no democráticas o que menos usan el estado de derecho como visión general, la iglesia es una de ellas. No sé qué atractivo puede tener para nosotros, para los que hemos pasado por tantas cosas. Yo soy agnóstico así que solo sé que en algún momento va a expresar sus pareceres (el Papa)”. En el mismo sentido, Lordkipanidse sumó: “a mí lo que me llama muchísimo la atención es que el año pasado, en el juicio anterior de ESMA, Bergoglio fue indagado por lo ocurrido con los padres Yorio y Jalics, porque él era el superior de ellos, así que a instancias de las querellas participantes en el juicio, a partir de las denuncias en concreto que hicieron los padres que estuvieron secuestrados en la ESMA, se le tomó declaración indagatoria al que ahora es Papa, es una cosa realmente insólita. Es como si hubiesen nombrado a Menéndez como Comandante en Jefe de la OTAN, es un mono con navaja. Bergoglio fue indagado acerca de una acusación surgida en un juicio. Los testigos se ofrecen en este tipo de juicios en forma previa, en el ofrecimiento de pruebas; ahora, si en el desarrollo del juicio oral y público surgen nuevas contingencias en lo que respecta al contenido del juicio, por ejemplo nombres de represores nuevos, a éstos se los cita a declaración indagatoria, y si no se presentan se los declara rebeldes. Este señor como en ese momento era Arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, antepuso su condición como hacen los diputados y senadores, entonces tuvo que ir todo el tribunal al lugar donde se encontraba este señor que es la casa de gobierno de la iglesia a tomarle la indagatoria en ese lugar. Y en una indagatoria absolutamente plagada de mentiras, y de imprecisiones que se pisaba solo una vez arriba de la otra, algo vergonzoso, que de no haber sido una personalidad tan destacada lo que hubiese correspondido era el inmediato arresto por lo menos por falso testimonio. Los jueces perdieron esa oportunidad de pasar a la historia por haber metido preso al que iba a ser Papa un año después”, concluyó, también riéndose.

Antes de cerrar la entrevista, Lordkipanidse convocó a la movilización que el Encuentro Memoria Verdad y Justicia realizará como todos los años el próximo 24 de marzo desde Congreso a Plaza de Mayo, a partir de las 15.30. Será “para reclamar por los derechos humanos de ayer y de hoy” y también: “por las violaciones contra los derechos humanos que se cometieron en la época de los treinta mil desaparecidos, como las violaciones que se están cometiendo el día de hoy con los hermanos Qom, la criminalización de la protesta, el procesamiento de cinco mil luchadores sociales, con lo que pasó en la Sala Alberdi, acá el asunto es que no se bajaron las banderas de la lucha por los derechos humanos y contra la impunidad, eso lo vamos a ir a demostrar el 24 de marzo”.

La charla finalizó con sobradas palabras y demostraciones de afecto de dos personas que compartieron los peores momentos de sus vidas y que tantos años después aún continúan, desde diferentes lugares, el camino hacia la justicia:

Víctor: Un abrazo querido

Carlos: Victorio, mi viejo del alma, a ver si me llamas y nos encontramos esta semana a tomar un par de cervezas.

Víctor: Listo, hermanito, un abrazo grandísimo.

Carlos: gracias, te quiero mucho.

Víctor: Chau hermano, suerte, yo también.

El testimonio de Liliana Chiernajowsky en el juicio por los crímenes en la ESMA

La insoportable imagen de los vuelos

Ante los jueces, Chiernajowsky reconstruyó los últimos días de su hermano Miguel en la ESMA, luego víctima de los vuelos de la muerte. Pidió “ahondar en las responsabilidades” de quienes condujeron el plan de exterminio y “quienes condujeron los aviones”.

 Por Alejandra Dandan

Hay una cosa entre todas que Liliana Chiernajowsky intentó decirle al Tribunal. “No quería conocer los detalles de la desaparición de mi hermano Miguel, me resultaba insoportable la imagen que mejor representaba el exterminio y que mi madre repetía como una letanía: ‘a tu hermano lo tiraron vivo al mar’. Me llevó años querer saber aquello a lo que yo no me quería aproximar y que había tomado el alma de mi madre, hasta hacerla enloquecer”, les dijo a los jueces. “Pero desde hace años el tema vuelos me importa sobremanera. Valoro estos juicios, que son ejemplares y reparatorios para cada uno de nosotros, para la sociedad y la humanidad. Y por eso ya ganaron un lugar trascendente en la historia”, dijo. “Pero es preciso ahondar en las responsabilidades de quienes tuvieron la conducción del plan de exterminio y quienes condujeron los aviones, hasta quienes estudiaron las coordenadas previstas para arrojar su luctuosa carga al mar.”

Liliana declaró en la causa unificada por los crímenes cometidos durante la dictadura en la Escuela de Mecánica de la Armada, donde uno de los casos abarcados es el de su hermano. “Es preciso que este tribunal ordene que se profundice y acelere la investigación: como querellante representada por Pablo Llonto solicité en el juzgado de instrucción a cargo de Sergio Torres que se impute a los máximos responsables de la Aviación Naval y la Aviación de Prefectura y que se cite a declarar a todos los conscriptos que hicieron su servicio militar en esas reparticiones.”

“Mi nombre es Mirta Liliana Chiernajowsky, hermana de Miguel Ricardo”, dijo al empezar. “Soy licenciada en Ciencias de la Comunicación. Fui detenida política durante siete años, seis de los cuales estuve a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Cuando recuperé la libertad en 1981, todavía no había finalizado la dictadura militar pero la enorme tragedia en la vida social y personal que significó el genocidio de mi generación ya casi había sido perpetrada. Aunque todavía faltaban los crímenes de Malvinas, que afectaron a otra generación.”

Ella todavía sigue reconstruyendo la estadía de su hermano en la ESMA. Lo hace entre los integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), en entrevistas con sobrevivientes o en las audiencias del juicio que terminó hace poco más de un año. Miguel viajó de Comodoro Rivadavia a Buenos Aires cuando terminó el secundario y se integró a Montoneros antes del golpe. El día del secuestro también cayó uno de sus compañeros, Rolando Jeckel. Liliana recogió en estos últimos años tres testimonios que los ubican juntos dentro del centro clandestino de la Armada; por esos testimonios ella supo además que pudieron haber caído en el mismo operativo.

A Miguel lo vieron Miguel Lauletta, Daniel Lastra y Marta Alvarez, “a quienes agradezco su testimonio”, dijo ella. Llegó a Lauletta cuando Maco Somigliana del EAAF le dijo que él había visto en el baño de la ESMA a un chico delgado, rubio y con una tonada indefinible, ni porteña ni del norte, que podría ser su hermano. Liliana le mostró fotos a Lauletta. Lauletta lo reconoció y declaró en el juzgado de Torres el 25 de septiembre de 2009. En ese momento, supo además que ese día, en el baño, había otro prisionero con el que podría hablar, pero no supo que ese prisionero, Daniel Lastra, no había vuelto a decir nada de su estadía en la ESMA durante más de treinta años. Durante su declaración, también le hizo un homenaje.

“Lastra fue el segundo sobreviviente que me ayudó a reconstruir la estadía de Miguel en la ESMA”, dijo. “Cuando lo llamé por teléfono me dijo que no había hablado prácticamente con nadie sobre su permanencia en la ESMA durante más de 30 años. Me comentó que siempre había pensado que lo iban a llamar a declarar por uno de los compañeros que cayó con él y murió en la tortura –se refería a Martín, sobrenombre de Carlos Chipolini–. La conversación se prolongó por más de una hora, estaba muy conmovido. Al finalizar le pedí si podía pasar por el juzgado para dejar un testimonio adelantado. Me dijo que lo pensaría, que era algo que debía consultar con su familia. Me llamó a la semana y confirmó que lo haría porque recordaba muy bien a ese chico y no testimoniar sería como desaparecerlo dos veces.” Daniel Lastra declaró en el juzgado de Torres el 27 de noviembre de 2009, también habló sobre otros desaparecidos, como Chipolini y Ricardo Pedro Sáenz, reconocido como “El Topo”. “A los pocos meses supe que había fallecido repentinamente de un paro cardíaco. Quiero dejar constancia pública de mi consideración y agradecimiento a él y a su familia. También a todos los sobrevivientes, sin cuyo testimonio estos juicios no hubiesen sido posibles.”

Lastra vio a Miguel dos veces. Una, en el baño cuando un “verde”, uno de los guardias apodado Manzanita, llevó a un grupo de prisioneros. Vio en el espejo a un chico acuclillado en el inodoro. Le preguntó cómo había llegado a la ESMA y Miguel le dijo que había caído con Rolando Jeckel. “Esa fue la única vez que conversó con él y lo vio sin capucha; en otra ocasión lo vio por la mirilla cuando lo llevaban al baño. Lastra calculó que uno o dos miércoles después lo trasladaron, sería a fines de marzo o principios de abril. Estuvo muy poco tiempo en la ESMA.”

Liliana entendió que Marta Alvarez también podría haber visto a su hermano cuando la escuchó declarar en el juicio oral que terminó hace más de un año. Marta le confirmó que lo había visto con Rolando Jeckel en la avenida de la Felicidad; lo describió como un chico joven, flaco, alto. “Esto es lo que sé sobre los últimos días de mi hermano, pero no quiero terminar esta declaración sin referirme a la forma en que sabemos que asesinaron a Miguel y a tantos miles: quiero referirme brevemente a los llamados Vuelos de la Muerte”, explicó.

Los vuelos

Cuando escuchó el testimonio de Alicia Milia de Pirles, Liliana se quedó “estupefacta”, dijo. “Ella contó que hablaba a menudo con Alfredo Astiz y un día se animó a preguntarle por los centros de recuperación vinculados a los traslados. Fue entonces que el imputado le dio una explicación acabada de la solución final: ‘el mar nos ayuda, porque el río los había devuelto, pero en cambio el mar es duro, cuando los cuerpos caen se desnucan. Luego las orcas hacen lo suyo’. La testigo contó que ella preguntó por las orcas y el marino se puso a darle una clase. Esa fue para mí una de las más reveladoras referencias a lo siniestro, aquello a lo que yo no me quería aproximar y que había tomado el alma de mi madre, hasta hacerla enloquecer.”

En ese momento, Liliana, frente al Tribunal, habló de los vuelos, de lo que le costó empezar a pensarlos y de lo que todavía queda pendiente en la investigación. Pero también de lo que significa en términos personales y colectivos la idea de una justicia. “Señor presidente”, le dijo al juez Daniel Obligado. “Voy a decir algo políticamente incorrecto. Cuando salí de la cárcel, a los 29 años, no busqué justicia, no creía en la Justicia. Y no por haber estado siete años presa por una causa menor, de los cuales seis fueron a disposición del PEN, es decir de la suprema voluntad de los militares que también habían asesinado a mi hermano. No fue por eso que no creía en la Justicia, sino porque pertenezco a una generación que vivió en un país sin justicia, sin respeto al Estado de derecho, con golpes de Estado permanentes y la proscripción de la mayoría política y electoral, condiciones hoy inimaginables para nosotros. Como todos los jóvenes de mi generación no tuve la oportunidad de formarme en una cultura democrática. Creímos en la violencia revolucionaria en un país y un contexto donde la violencia y la violación de la ley eran el aire que respirábamos.”

A las nueve de la noche del 18 de marzo de 1977 la compañera de Miguel, María Luz Vega, cayó en una emboscada del grupo de tareas. Liliana contó algunos detalles durante la audiencia, a partir de una reconstrucción que pudo hacer en diálogo con algunos de los vecinos, datos claves hoy para la causa porque hay poca información. “Los impactos de bala aún pueden encontrarse en un mármol negro a la altura de Santo Tomé al 2983”, dijo. “La mayoría la vio tirada en el piso después de ser atravesada por fuego cruzado y observó cuando la colocaron en el baúl de un Ford Falcon. María Luz Vega tenía 18 años, está desaparecida, su cadáver nunca apareció.”

viernes, 15 de marzo de 2013

Las fotos probatorias de la isla ignorada

Vista posterior de la casa de la Isla El Silencio, en el Tigre en la actualidad. Lugar donde fueron llevados los desaparecidos mantenidos en cautiverio para ser escondidos ante la visita de la CIDH en 1979.
Fue, entre otras, presentada por la querella "Walsh-Lordkipanidse" ante el Tribunal que juzga los delitos cometidos en la causa ESMA III.
Se solicitó inspeccion ocular y preservación del predio para que no sea modificado.

Elementos probatorios aportados por Carlos Lordkipanidse

Vista de la "casa chica" de la Isla El Silencio donde estuvieron los desaparecidos en situacion de "capucha".
Esta foto tambien fue presentada como prueba.
Resulta increíble la falta de voluntad del Estado que fuerza a las víctimas a buscar por sus propios medios la pruebas necesarias para condenar a los genocidas.
En este lugar infecto fueron mantenidas una importante cantidad de compañeros/as durante mas de un mes en condiciones infrahumanas.

jueves, 14 de marzo de 2013

Segunda parte declaración Carlos Lordinpanidse e inicio de Patricia Walsh

“Fue su testamento político”
La hija de Rodolfo Walsh habló de la Carta Abierta de su padre a la Junta Militar. También se refirió al campo de deportes de la ESMA, donde cree que pudo ser cremado el escritor y periodista. Mostró que allí se hacen campeonatos de fútbol llamados Copa Cablevisión.

 Por Alejandra Dandan
Patricia Walsh mostró con fotos que en el campo de deportes de la ESMA se realizan torneos de fútbol.

Hacía una hora que había comenzado el testimonio de Patricia Walsh. La fiscalía le había preguntado por las fuentes con las que su padre escribió la Carta Abierta a la Junta Militar. “No entiendo por qué se ríen en la sala”, dijo de pronto mirando a los integrantes del tribunal Oral Federal 5. “Lo digo por un grupo de abogados defensores”, explicó. El presidente del tribunal intentó componer las cosas, indicó que probablemente no era por ella, pero les recomendó a los defensores compostura. Casi en ese momento, las comunicaciones que entraban vía Twitter a la sala acercaban el dato del papado de Jorge Bergoglio. Entre el eco de las risas, podían oírse comentarios sobre las veces en que el ahora papa fue convocado por los testigos en este juicio a dar explicaciones por dos sacerdotes de su congregación detenidos en la ESMA.

Patricia Walsh declaró después de Carlos Lordkipanidse. Ninguno contó todo lo que ya contó en otros juicios porque esos testimonios se dan por sabidos. En ese contexto, lo que aparece son otros huecos de memoria, nombres que disparan imágenes hasta ahora no revisadas y acusados recreados en nuevas escenas porque ahora sí son “acusados” en un juicio. Esto mismo dijo Lordkipanidse ante preguntas en ocasiones molestas y chicaneras de la defensa oficial; y despiadadas de los abogados privados: “¿Le quedaron marcas a su hijo después de la tortura?”, preguntó el defensor Guillermo Jesús Fanego, voz cantante de los marinos.

Los fiscales le preguntaron a Patricia Walsh sobre las fuentes en que su padre se basó para escribir la carta a la Junta Militar. “La Carta Abierta en mi opinión es el texto más brillante y lúcido de mi padre Rodolfo Jorge Walsh”, dijo. “Estuvo trabajando los tres últimos meses de su vida, lo supe porque él mismo me lo contó. Mi padre, que había hecho la investigación de los fusilamientos clandestinos en José León Suárez en los años ’50, llamó a esa investigación Operación Masacre y cuando ocurrió lo que fue pasando en 1976, nos decía y me decía a mí que lo que estaba ocurriendo era una gran masacre. Cuando escribe sabía que era posible que le costara la vida, pero si lo hacía lo que no iban a poder quitarle era dar testimonio de ese momento.” Da las primeras cifras de muertos, de presos, desaparecidos, dijo. “Y si bien esas cifras se incrementaron luego, lo cierto es que en marzo del ’77 sentía la obligación moral de escribir esa carta y siempre entendí que era su testamento político.”

Un eje del testimonio fue el campo de deportes de la ESMA, todavía ocupado por la Marina. Patricia llevó fotos para mostrar que se juegan campeonatos de fútbol llamados Copa Cablevisión. En ese lugar cree que pudo haber sido cremado su padre y otros desaparecidos. En ese sentido, recordó que su hija María Eva Fuentes le habló del rol de un ex teniente de la ESMA al que los marinos pedían combustible cuando moría un secuestrado en un momento de la semana en el que no estaban previstos los vuelos de la muerte. “Si había alguna víctima que llegaba herida y moría en la ESMA –dijo– hacían lo que ellos llamaban como ‘el asadito’: solicitaban al teniente Vaca (el civil Gonzalo Torres de Tolosa), encargado de los automotores, combustible, cubiertas en desuso, para llevarlas a ese lugar llamado Campo de Deportes de la ESMA y se deshacían de los cuerpos porque no tenían, digamos, una tecnología alternativa.”

Con las fotos en la pantalla dijo dos cosas. Mostró una cruz al costado del predio. Explicó que la cruz antes estaba en la ESMA y alguien la trasladó en el contexto de la expropiación. Se preguntó quién y qué significa el lugar donde está ahora. Y pidió al tribunal lo que viene pidiendo hace tiempo: una medida de no innovar en un lugar “que ni siquiera está señalizado”. La fiscalía acompañó el pedido.

miércoles, 13 de marzo de 2013

La historia sin fin de la ESMA

La Armada mantiene el campo de deportes. Denuncias por restos humanos.

Sobrevivientes de la ESMA le pidieron a la Justicia que dispusiera medidas para “preservar y dar con nuevas pruebas que permitan identificar los restos humanos” que pudieran aún ser encontrados en el campo de deportes del ex centro clandestino.

 Por Adriana Meyer

Aunque el predio de la ex Escuela de Mecánica (ESMA) fue recuperado y convertido en el Espacio para la Memoria, el campo de deportes quedó en manos de la Armada. Allí se habrían quemado cuerpos de detenidos durante la dictadura, según confesaron varios represores y declararon algunos sobrevivientes de ese centro clandestino. Por ese motivo, la hija de uno de ellos solicitó a la Justicia que dispusiera medidas para “preservar y dar con nuevas pruebas que permitan identificar los restos humanos” que pudieran aún ser encontrados. Además, denunció que no se está cumpliendo la medida de no innovar dictada por el juez federal Sergio Torres en la causa ESMA, porque en esos terrenos fueron construidas “dos nuevas canchas de rugby”. Laura Villaflor sospecha que su padre pudo haber sido víctima de lo que los marinos denominaban “el asadito”, al referirse a la incineración de cuerpos que no podían, por diversas circunstancias, hacer desaparecer en los “vuelos de la muerte”.

Cuando en septiembre de 2007 la ESMA quedó vacía de marinos y sus pertenencias, los gobiernos nacional y porteño crearon un ente interjurisdiccional denominado “Espacio para la Memoria y para la promoción y defensa de los derechos humanos”. Todo el predio fue restituido a la ciudad de Buenos Aires, a excepción del campo de deportes, situado entre la Avenida Lugones y el Río de la Plata, que sigue en manos de la Armada.

No hay un puente, es un camino que sale de la parte de atrás del ex Casino de Oficiales, pasa por el costado de la Escuela Raggio, sigue por debajo de la General Paz y lleva directo al campo. En una recorrida realizada el sábado, los sobrevivientes y este diario comprobaron que en el Campo de Deportes cabo primero Ernesto del Monte se juegan los partidos de La Corpo, torneo de fútbol interempresarial, donde sus miembros se “distienden” y reemplazan “las responsabilidades de la vida cotidiana por un pantalón corto, pasto verde y una pelota”, según dicen en su sitio web. También practica ese deporte el equipo masculino de la Universidad Católica Argentina, y el Colegio Manuel Belgrano disputa su torneo de papi fútbol. Las flamantes canchas de rugby son utilizadas por la Universidad del Salvador y por Fiuba Rugby. Para que el disfrute sea completo hay un resto-bar y un estacionamiento, pero en el ingreso hay que anunciarse con el guardia de la garita. Los marinos construyeron una pequeña costanera que bordea el río, y desde allí también puede verse una lengua de tierra ganada al agua y unos matorrales con desperdicios que serían de la ESMA.

Con esta información, Villaflor se dirigió al juzgado de Torres para decirle que “no se está cumpliendo la medida cautelar” emitida oportunamente. “Se están poniendo en juego valiosas pruebas con relación al asesinato de mi padre y de los crímenes de lesa humanidad que se cometieron en todo el perímetro de la ESMA y sus adyacencias”, expresó. Raimundo Villaflor habría muerto en la ESMA por los golpes recibidos luego de una sesión de tortura. En el escrito que presentó, con los abogados Myriam Bregman y Luis Bonomi, pidió que sea citado a prestar declaración el cabo segundo Jorge Carlos Torres, quien había declarado ante la Conadep sobre la quema de cadáveres y sobre el hallazgo de una bolsa con un feto en el Campo de Deportes de la ESMA. Torres mencionó a otros dos marinos de apellidos Rolando y Amarillo.

Otro testimonio citado es el del ex capitán de corbeta Adolfo Scilingo, quien en su libro Por siempre nunca más denominó a la cremación de cuerpos como “asado”. Esto fue recogido por la Audiencia Nacional de España, que en 1997 determinó que “en el tiempo en que Scilingo estuvo destinado en la ESMA se produjeron siete u ocho cremaciones de cuerpos (“asados”) (...) Que esa cuestión era comentada en el salón de oficiales y durante una comida a la que Scilingo asistió se comentó la duda de si alguno de los incinerados pudiera estar vivo por el movimiento del cuerpo, a lo que uno de los médicos explicó que eso era debido al calor, que hacía contraer los cuerpos dando la sensación de movimientos espasmódicos”. Más allá del método de hacer desaparecer los cuerpos arrojándolos anestesiados, y aún con vida, en los “vuelos de la muerte”, los marinos habrían acudido a la quema de los cadáveres de detenidos asesinados durante el secuestro o la tortura. “Cada vez que iba a realizar uno (‘asado’) acudían al taller de automotores para solicitar cubiertas viejas, aceite de quemar, gasoil, o bien un camión para el transporte de leña”, detalló ese tribunal.

También fueron pedidos los testimonios de Enrique Fukman, Héctor Coquet y de Elisa Tokar. Esta sobreviviente aseguró que Ana María Ponce y Ricardo Moyano habrían muerto en la tortura y que un “verde” le dijo: “Ahora están en el campo de deportes”. Y solicitaron que sean interrogados los imputados Carlos Capdevila y Juan Antonio Azic, mencionados en la declaración del represor Víctor “Lindoro” Olivera, quien se quebró y confesó que hacían desaparecer cuerpos incinerándolos en el “asadito”.

Esto se suma al reciente hallazgo de marcas de sobrevivientes en algunos sectores del ex Casino de Oficiales, que motivó una medida cautelar de la Justicia para preservar la tarea de los conservadores del Instituto Espacio para la Memoria. Pero la sospecha de la existencia de restos humanos en el Campo de Deportes de la ex ESMA abona la exigencia de estos querellantes, que pidieron al juez Torres el “desalojo inmediato” del predio que los marinos siguen administrando.

jueves, 7 de marzo de 2013

Maria Eva Basterra y Daniel Tarnopolsky

Una beba en el centro clandestino

 Por Alejandra Dandan

La audiencia del juicio unificado de la ESMA fue intensa. Declararon durante el día otras tres víctimas: María Eva Basterra, la hija de Víctor Basterra, el fotógrafo que sacó las primeras fotos de los marinos del centro clandestino de la Armada; la madre de Cecilia Viñas y Daniel Tarnopolsky, el único sobreviviente de una familia sobre la que los marinos dieron uno de sus mayores golpes, al secuestrar y asesinar a sus padres, dos hermanos, su cuñada y una de sus primas. Durante la audiencia, Daniel sacó una foto con unas quince personas y les habló directo a los jueces: “Esta es la peligrosidad de mi familia”.

La jornada empezó con el testimonio de María Eva. Cuando los jueces le preguntaron si estaba allí para que se hiciera justicia, ella les hizo una aclaración: “Que se haga justicia, y vayan todos presos”, explicó. María Eva estuvo en la ESMA una semana secuestrada, tenía dos meses de edad, estuvo detenida-desaparecida con sus padres. Cuando uno de los marinos la entregó en custodia a una ex detenida, le dijo que no se le ocurriera pronunciar el nombre de la niña. “Como tenía los pirinchos parados me ponen Cepillito de sobrenombre”, dijo ella. Durante los años que siguieron, la vida estuvo marcada por las entradas y salidas de su padre a la ESMA, las mudanzas en casas de amigos y familiares, los cambios de escuela y el escape de los tres a Neuquén ya en democracia, cuando los marinos todavía seguían manteniendo controles sobre los ex detenidos.

“Yo quería decir que todo, más allá de mi paso por la ESMA, que no fue poco, las consecuencias de esta vivencia, me gustaría que se tomen como parte de lo que se condena”, dijo al final. “El desarraigo, los miedos al abandono, son parte fundamental de las consecuencias y del plan que los tipos pensaron. No es sólo el paso de cinco días por un lugar terrible, sino todo el miedo y amedrentamiento que sufrimos todas las personas que pasamos por ese lugar y los familiares. Sería bueno que se tome en cuenta. Estoy feliz por ser parte de este momento histórico en el que al fin tenemos voz los hijos y los sobrevivientes y los familiares después de todo el tiempo de silencio por los miedos o por preservación o por las dos cosas. De alguna forma soy feliz, pero sé que falta mucho.”

Un dato molesto de la audiencia fueron algunas de las intervenciones de los abogados de la defensa. María Eva había hablado de la militancia de sus padres, de sus búsquedas. Dos de los abogados defensores de los marinos, además de continuar con la línea de preguntas que intenta impugnar esa militancia, ahora le preguntaron a ella por sus propias inscripciones políticas. “¿Usted pertenece a alguna agrupación?”, lanzó Guillermo Jesús Fanego, voz cantante del grupo. Los abogados de las querellas se opusieron.

Declaración de Vera Jarach, mamá de Franca, desparecida en la ESMA,

“A la Justicia le pedimos justicia”

Les habló a los jueces de su hija, para “que la conozcan, que sepan quién fue, cómo fue esta muchacha maravillosa, alegre, pero también muy pensativa”. Aportó una grabación con un llamado que Franca hizo desde la ESMA.

 Por Alejandra Dandan

El pelo blanco, los ojos chiquitos, la voz de roble. En un momento, Vera Jarach buscó casi a tientas algunas caras en la sala: “No veo si están los acusados, pero con los ojos de mi alma sí los veo –les dijo–. Y si están, les pido a ellos que rompan ese tan cruel pacto de silencio alguna vez, que nos digan qué pasó con todos y cada uno de nuestros hijos, y a la Justicia, a la Justicia, le pedimos justicia”.

Frente suyo una hilera de Madres llenó la sala de Comodoro Py con sus pañuelos. Vera fue a declarar a la segunda audiencia de testigos de este juicio por los crímenes de la Escuela Mecánica de la Armada para hablar de su hija. A Franca la secuestraron el 25 de junio de 1976, en la esquina de un bar del centro de Buenos Aires; había sido abanderada del Nacional Buenos Aires, delegada por el centro de estudiantes e integrante de la UES.
“Nosotros también tuvimos un calvario, un muro de silencio, pero antes de eso quiero enfrentarlos con Franca”, dijo al tribunal y también a la sala. “Que la conozcan, que sepan quién fue, cómo fue esta muchacha maravillosa. Amada y admirada por muchos, dejó mucho y eso es una herencia también. Alegre, pero también muy pensativa. Defendía lo justo y cuanta causa hubiera. Era muy, muy generosa y atenta a todo, apasionada y también tenía un profundo sentido critico, incluso en la militancia, de la que voy a hablar.”

Vera, que era periodista en ANSA cuando secuestraron a su hija, hilvanó trazos de la vida política de Franca. Contó cómo la expulsaron del Buenos Aires en tiempos de la Triple A, después de una asamblea ya prohibida y organizada por los estudiantes para evitar el desplazamiento del rector. Echaron a 14 y por una gestión de los padres volvieron a incorporarlos a todos excepto a Franca, que no quiso volver. Rindió exámenes libres “brillantes”, se disponía a estudiar Ciencias de la Educación “porque pensaba en los grandes cambios sociales, que era la meta de todos estos jóvenes”. Empezó a trabajar en un pequeño taller, hacía cajitas y se anotó en un curso poligráfico. “Como tengo que decir toda la verdad, pero no puedo asegurarlo, digo que creo que tuvo militancia dentro de ese ámbito. Como tenía ese espíritu crítico, tardó mucho en militar en una institución organizada; cuando lo decidió, entró en la UES, y cuando tomaba una decisión lo hacía muy, muy en serio, quería decir que estaba convencida de lo que hacía.” Para entonces pasó de la UES a la Juventud Trabajadora Peronista.
El llamado

A Franca la secuestraron un viernes. Vera la esperaba al otro día en el Tigre. La buscó en hospitales, en la morgue, presentó hábeas corpus y durante años no supo nada. “Tenía 18 años de edad; mi marido y yo tratamos de localizarla, de salvarla; desgraciadamente fue en vano. Pasaron muchos años, más de veinte, antes de que yo pudiera saber la verdad, y esa verdad es el lugar donde Franca fue llevada después del secuestro.”

Franca estuvo en la ESMA. “Fue un verdadero infierno”, dijo. Vera supo eso a través de Marta Alvarez, una de ex detenida. “Quizá no sea mucho –dijo–, pero para mí es muchísimo, tengo algunas pruebas y en esas pruebas, una de las fundamentales es una grabación de la que ahora les cuento.”

Franca llamó a sus padres el 11 de julio desde un lugar de la ESMA que Vera reconoció años mas tarde. “Para nosotros significó que estaba viva, ahí están las voces de Franca y de mi marido que contestó, para mí es estremecedor volver a escuchar esas voces, pero sé que es una prueba importante por su contenido, así que estoy dispuesta a escucharlo de nuevo.”

En la sala se oyó esa grabación. Vera se quedó en la silla. Franca, rápida, joven, apurada, perforó el tiempo desde otro lado del espacio. Preguntó por todos: “¿Cómo están? ¿Cómo está mamá?”. Les dijo: “Estoy detenida”. Su padre preguntó un poco en italiano y en español. “¿Dónde estás? ¿Cómo estás? ¿Cuándo volvés?” Franca responde y responde: “No sé, la verdad, es que no sé”, dice.

–Bueno, chau...

–Que Dios te bendiga –dice su padre.

–Chau, papito, chau.


“Es como que hay dos grabaciones en mi memoria”, dijo Vera. “Todo lo que nos dijo Marta Alvarez y después esto, que es una prueba. Hacían esos llamados para frenar, se supone, nuestras denuncias y búsquedas, cosa que por supuesto no hicimos.”

Vera no paró de hablar; sólo en una ocasión los jueces le preguntaron si necesitaba un momento, porque los ojos se le llenaron de lágrimas. Alguien en el fondo murmuró: “¡No la conocen!”. Claro, no dejó de hablar. Cuando empezó, habló de Auschwitz y de las dos cosas que marcaron su vida. “La historia nos enseña que lo que ha sucedido una vez puede volver a ocurrir, y de hecho en mi historia esto se ha demostrado. En 1943 deportaron a Auschwitz a mi abuelo materno; más tarde mi hija Franca, secuestrada y llevada a la ESMA; dos historias, no hay tumbas, están la cámara de gas y los vuelos de la muerte.”

Al final, el presidente del tribunal le preguntó si quería decir algo más. Ella recordó a un chico de una escuela de Italia que le preguntó si estaba satisfecha con su vida. “¿Qué pregunta, no?”, dijo Vera con humor. “Le dije que sí, realmente he tenido mucho en mi vida, nos salvamos de la Shoá y tuve una vida normal hasta que suceden las dos tragedias: en el ’43 mi abuelo y luego mi hija, y tengo que decir que es como esa canción de Violeta Parra: la  vida me ha dado tanto, pero también me ha quitado. Quiero decirles a ustedes que agradezco haber estado acá. Y acá Franca conmigo pide justicia...”

—¡Mírenla, mírenla! –les dijo a los jueces. Y dejó a Franca, en la foto, arriba del escritorio.